Acción Humanitaria | 17 de abril 2021
La vista desde la Ciudadela Sucre en el municipio de Soacha cercano a la ciudad de Bogotá nos muestra que será un día soleado. El cielo azul, el sol reluciente y las nubes moviéndose son una fortuna. Hoy tenemos invitadas muy especiales a este encuentro y no queremos que la lluvia nos opaque tan esperado evento.
Para muchas personas hoy es un sábado cualquiera en medio de la pandemia, pero para el equipo de Acción Humanitaria de Fundación PLAN es un día muy especial ya que organizamos una entrega especial que va a beneficiar a las niñas, niños y adolescentes migrantes que viven en este sector del municipio.
El proyecto Rutas por la igualdad financiado por la ayuda humanitaria de la Unión Europea, ha venido trabajando para que la educación continúe en las poblaciones migrantes y refugiadas más vulnerables en medio de la pandemia. La educación en emergencias ha sido un reto determinante para este equipo, y por eso el día de hoy tienen preparadas muchas entregas que amablemente les permitieron organizar desde el colegio Ciudadela Sucre.
Nuestras invitadas se aproximan y viéndolas desde afuera, se ve en sus rostros la curiosidad por descubrir qué les espera en el interior. Adentro, tenemos tres puestos principales, el primero entregará kits de higiene que ayudarán a que estas familias participantes mejoren sus hábitos de higiene en medio de la pandemia. El segundo entregará material pedagógico de Zuri y un radio portable de emergencias para sintonizar “Porque mi PLAN es la educación”, un seriado radial producido por RUTAS para apoyar el aprendizaje desde sus hogares; y en el tercero encontrarán una estación portable de emisión radial para la proyección en vivo de estos programas en la franja de radio comunitaria de “Educación al tablero”.
¿Por qué hacer entregas en medio de la pandemia?
Para el equipo de PLAN que adelanta actividades en medio de la emergencia COVID lograr acciones como la de hoy es un desafío, porque la emergencia para muchas personas no da espera. Por eso organizamos el espacio de espera en el patio del colegio con las ubicaciones especiales para recibir a nuestros participantes de manera que no signifique un riesgo, al entrar se lavan las manos, usan constantemente el tapabocas y mantienen la distancia propuesta.
Ver al final de la jornada el rostro de las niñas, niños y adolescentes recibiendo esta ayuda humanitaria nos llena de alegría, no es solo el deber cumplido, es ver materializados los esfuerzos de otras personas solidarias quienes creen todavía que su granito de arena sí importa.
Para nosotros no ha sido un sábado cualquiera, cumplimos con nuestra misión humanitaria y al ver sus caras de esperanza y alegría nos motiva a continuar dando lo mejor y llegar a los lugares donde más nos necesitan, sea un sábado, domingo o lunes, nuestra labor no se detiene.