Hola, mi nombre es Lisbeth, tengo 22 años y esta es mi historia.
Desde que era pequeña estuve a cargo del cuidado de mis dos hermanos menores porque mi madre debía trabajar para brindar estabilidad económica a la familia; por eso, yo asumí para ellos el rol de mamá, así que desde niña cocinaba, hacía los quehaceres de la casa y me encargaba de los cuidados del hogar. A los 14 años, dejé de lado mis estudios y me fui a vivir con mi papá, sin embargo, él se fue a trabajar a otra ciudad dejándome con mi madrastra. Mi relación con ella no fue buena, tanto así, que aguanté hambre viviendo en su casa.
En ese tiempo, conocí al papá de mis hijas, él, además de ser mucho mayor que yo, tenía más recursos, por eso, al ver las condiciones en las que me encontraba, no vi otra alternativa que casarme. Cuando me fui con él tenía 15 años y mi primera hija la tuve a los 16. Como fui educada para estar a cargo de los quehaceres de la casa, yo pensaba que eso era lo que a mí me tocaba, porque desde niña vi que así lo hacían mi abuela y mi madre. Fue complicado ser mamá a los 16, a esa edad mis amigas y amigos salían a conocer el mundo.
Luego de tener a mi segunda niña, me di cuenta de que yo no quería solamente cuidarlas, también quería sacar adelante mis sueños, quería emprender en algo, así que poco a poco fui buscando lo que más me llamaba la atención y, allí descubrí la costura y el bordado como mis grandes pasiones.
La costura ha sido una tradición de familia, en mi casa la aprendí de mi mamá y ella, a su vez, de mi abuela. Desde niña, agarraba la ropa y empezaba a cortarla para armar los moldes. Por eso, al crecer, recordé lo que había aprendido de niña y comencé a practicar. Lo primero que hice fueron unos pantalones para una de mis hijas que, por cierto, le quedaron súper bien. Esta primera experiencia me animó a seguir cortando y haciendo prendas que luego mis hijas continuaron usando.
Esta búsqueda también me ayudó a darme cuenta de que soy hábil haciendo manualidades, por ejemplo, sé hacer manicure, coser, peinados especiales, he sido una mujer activa a quien le ha gustado aprender, emprender y crear; sin embargo, el estigma social por ser mamá joven es muy fuerte, muchas personas consideran que no tengo más habilidades, o que no puedo continuar luchando por mis sueños porque debo cuidar a mis hijas.
También, muchas personas me desanimaban diciéndome que yo no era capaz, que si empezaba algo lo más probable era que no lo iba a terminar; pero, en PLAN encontré esa voz de aliento que me decía que como mujer claro que sí podía salir adelante, que soy muy valiosa y luchador y, gracias a ese entusiasmo, comencé a creer que sí podía lograr las metas que había soñado. No solo por ser mamá se debían frustrar mis sueños, pues yo también puedo triunfar con mis emprendimientos.
A mi barrio llegó el proyecto ELLA a convocar para unos talleres sobre derechos sexuales y reproductivos. Antes de aprender todo lo que nos enseñaron allí, creía que las mujeres debíamos estar en casa, que nosotras no podíamos salir adelante, que cuando una tiene hijos la vida es más difícil, pero durante las charlas, me explicaron sobre mis derechos, que yo sí podía, que a pesar de las barreras que tenemos como mujeres y mamás, podemos salir adelante.
Conocer sobre mis derechos sexuales y reproductivos fue muy importante porque yo no me planteaba tener más hijas o hijos, pero el papá de mis niñas me decía que quería tener otro bebé. Si el proyecto ELLA no hubiera aparecido en mi vida, seguramente habría accedido porque pensaba que era mi deber por ser ama de casa. Con PLAN aprendí sobre mis derechos y a decidir sobre lo que yo quería. El proyecto ELLA fue la ayuda que necesitaba para empoderarme y para poder decirle a él que yo no quería tener más hijos.
Ya, con esa decisión tomada, quería continuar con mi emprendimiento, que mis hijas encontraran en su madre un ejemplo de lucha y persistencia, y que entendieran que también las niñas tienen derechos. Aprendí a bordar cuando una amiga me pidió que fuera la madrina de su hijo. Quería darle un regalo especial al niño, algo que pudiera elaborar con mis manos, por lo que ella me recomendó hacer unos edredones bordados con su nombre.
Así que me puse a la tarea, inicialmente por internet investigué cómo se hacían, y luego pasé a realizar el diseño. El edredón quedó hermoso, sin embargo, me hacía falta técnica, así que seguí investigando, aprendiendo cada vez más, hasta que terminé creando lo que sería mí nueva idea de negocio: los llaveros bordados.
Aunque este era un emprendimiento que me ilusionaba, aún no tenía suficiente dinero para comenzar. Allí apareció nuevamente al proyecto ELLA, que gracias al apoyo económico que me dieron, compré todos los materiales que me hacían falta para comenzar con mi negocio, y así arranqué. Por lo pronto, llevo tres meses, me ha ido muy bien y, por ser un producto innovador, a la gente le ha gustado mucho; además, a mí me apasiona bordar.
Mi emprendimiento se llama Maanli, que es la combinación de los nombres de mis dos hijas y del mío, Ma (María Salomé), An (Ana Sofía), Li (Lisbeth). Por cierto, no fue nada fácil encontrarlo, dure varias tardes uniendo nuestros nombres hasta encontrar uno que me gustara y me llamara la atención.
A muchas personas les gusta mi trabajo, han comprado y admirado los llaveros bordados, esos gestos de aliento los tengo presentes para seguir adelante, es más, estas personas que me animan también me retan proponiéndome nuevos diseños que siempre busco la manera de elaborarlos. Me encanta decirme sí se puede, porque me empuja a no desfallecer hasta lograrlo.
Creo que las mujeres hemos tenido muchos obstáculos para cumplir nuestras metas, hay muchas voces que nos dicen que no podemos, que debemos conformarnos. Sin embargo, yo no creo esto, pienso que nosotras podemos lograr lo que nos propongamos, solo nos hace falta esa mano amiga que nos ayude y nos oriente en nuestros derechos. Por eso para mí el bordado es tan importante, porque es un emprendimiento que realizó desde casa, me permite salir adelante y estar pendiente del cuidado de mis hijas.
Otra de las metas que me propuse lograr fue terminar el bachillerato (secundaria), para graduarme tuve que trabajar con mi tío en una finca, con el fin de conseguir el dinero suficiente para pagar el derecho de grado. Aunque mi deseo es seguir estudiando y fortalecer mis conocimientos, aún no he podido acceder a una educación técnica para aprender y certificarme sobre estos temas, debido a que los horarios no son lo suficientemente flexibles y conciliables con el cuidado y crianza de mis hijas.
Por ahora voy a seguir perfeccionando la técnica del bordado, quiero que mi marca sea más reconocida e innovar en nuevos productos. Por eso, les digo a las mujeres que sí podemos, que hay muchísimas barreras y muchas personas nos querrán opacar. Nos van a decir que ya somos mamás, que no servimos para nada. Claro que sí podemos, claro que sí servimos, claro que somos echadas para delante, y eso es lo que tenemos que demostrar como mujeres, que somos empoderadas, que podemos luchar por nuestros sueños y por los derechos de nuestras hijas.