Acción Humanitaria | 19 de marzo de 2021
Nuestra misión siempre ha sido aportar a la vida de niñas y niños sin importar su nacionalidad o condición, de manera constante creando iniciativas que aporten no solo a sus necesidades materiales o económicas, también creamos escenarios de aprendizaje. Por eso desde el 31 de octubre del año 2019, contámos con una casa en el departamento de Norte de Santander destinada a convertirse en un espacio protector.
¿Qué es un espacio protector? Es un lugar seguro en el que trabajamos junto a niñas y niños que tienen entre 6 y 14 años, los cuales han sido afectados por crisis humanitarias, es decir, por alguna catástrofe socio natural, conflicto armado, o han sido desplazados de su territorio, como es el caso de la población de flujo migratorio a raíz de la crisis en Venezuela. En este espacio y por medio de metodologías y actividades lúdicas trabajamos sobre derechos y deberes, valores, identificación de escenarios de riesgo, habilidades para la vida, cuidado personal, temas de protección de la niñez, resiliencia, autocuidado, sana convivencia, identidad, factores protectores, factores de riesgo y redes de apoyo. El equipo de profesionales que realizan este acompañamiento está conformado por psicólogas, trabajadores sociales y reforzado con asesoramiento jurídico de abogados.
Nuestro lugar de encuentro está ubicado en el barrio Nuevo Escobal, cerca de la frontera con Venezuela, a tres cuadras del puente Francisco de Paula Santander en donde también prestamos nuestros servicios en el Espacio de Apoyo. A este lugar llegamos después de realizar una análisis de la situación, en donde evidenciamos que este era el escenario en donde hay gran cantidad de familias migrantes y un punto importante por donde hace el ingreso población pendular con asiento en la población de Ureña del lado venezolano. Esta casa era el lugar perfecto.
Fotos tomadas antes de la pandemia
Veníamos desarrollando nuestras actividades con 35 participantes por jornada. Pero llegó la pandemia y nuestra realidad cambió. El 16 de marzo del 2020 cerramos nuestras puertas, el lugar se dejó vacío y solo asistíamos para hacer revisiones periódicas de su estado, más que cambiar nuestra rutina, estábamos preocupados por las niñas y niños que llevaban con nosotros un proceso de acompañamiento, protección y aprendizaje, más aún de los que en esta época habían sido más afectados y nos estaban necesitando.
Nuestras actividades no pararon, cada que teníamos contacto con la comunidad nos solicitaban que reabriéramos las puertas de nuestro Espacio Protector, dándonos a conocer la importancia de este espacio para sus hijas e hijos, por eso notamos la importancia de empezar a gestionar todos los permisos que requeríamos. El 17 de febrero se hizo la consulta a la oficina central del Fundación PLAN y al tener su autorización ¡manos a la obra!
El 22 de febrero todo el equipo se dirigió a nuestro Espacio Protector y tuvimos una jornada de limpieza, cambiamos algunas imágenes para dar una nueva ambientación y con mucho amor hicimos de este espacio un lugar cálido que acoge y hace sentir a los que están en él como si estuvieran en casa. Se acercaba el día de nuestro reapertura nuestros nervios y ansias estaban a todo ritmo, brincamos de alegría por volver a proteger y transformar la vida de las nuevas generaciones, pero nos hacia falta algo, la primera semana de marzo nos reunimos con la junta de acción comunal y las organizaciones que estaban en el sector, en este espacio informamos que íbamos a retomar nuestras actividades con todas las medidas requeridas por época de pandemia. No hubo necesidad de divulgación las madres, padres y personas cuidadoras, empezaron a llegar con sus hijas, hijos, sobrinos o niñas y niños que cuidan.
El tiempo pasó volando, nosotros estábamos recargados de energía, el día tan anhelado llegó, eran las ocho de la mañana del 8 de marzo y con el apoyo del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania recibimos a los primeros niñas y niños. Esta es una casa típica de las del sector con tres cuartos, cocina y baño, y que con nuestra intervención hoy cuenta con una sala para trabajo grupal, otra de música para interpretar canciones y tocar instrumentos, un salón de lectura, una sala de artes y otra de teatro, la cual cuenta con teatrino, títeres. Este es un espacio en el que nos sentimos protegidos, nos recargamos de amor, en el que conocemos un sin numero de historias vivencias y hacemos algunos amigos.
Este espacio presta el servicio en dos jornadas, una en la mañana de 8:00 a 11:30 a.m. y otro de 2:00 a 4:30 p.m. nuestras actividades se desarrollan con máximo 15 niñas y niños, esto con el objetivo de cumplir con las medidas de bioseguridad recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, decretadas por el gobierno y plasmadas en nuestros propios protocolos de bioseguridad, hoy contamos con la compañía de 18 niñas y niños, pero no son los únicos que asisten a nuestro espacio, porque se tiene la posibilidad de ingresen niñas y niños que no están inscritos si llegamos a tener cupos.
Los espacios de encuentro se dividen en cinco momentos, todos centrados en aspectos de la protección de la niñez, el primero es de desinfección y lavado de manos de las niñas y niños que llegan, el segundo es de presentación, el tercero es el desarrollo del tema del día, procedemos a realizar un cierre el cual se basa en indagar las sensaciones y percepciones de cada participante, queriendo de esta manera conocer los nuevos conocimientos con los que ellas y ellos se van a su casa, acompañamos este proceso con un nutritivo refrigerio y los despedimos en la puerta de la casa, entregando a cada una a su madre, padre o persona cuidadora.
Nuestro rumbo es uno, transformar y mejorar la vida de las nuevas
generaciones, por eso nuestras iniciativas no paran.