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Una historia sobre el pelo malo y el pelo bueno

El espejo muestra el dorso de la mujer: una figura curvilínea, su piel tostada. Lleva un vestido de rayas rojas y blancas. Su pelo negro está recogido en una cola y se levanta sobre su cabeza como si estirara el cuerpo vigoroso hacia arriba:…

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La líder comunitaria María Elena González es peinadora tradicional y recupera la tradición afro.

El espejo muestra el dorso de la mujer: una figura curvilínea, su piel tostada. Lleva un vestido de rayas rojas y blancas. Su pelo negro está recogido en una cola y se levanta sobre su cabeza como si estirara el cuerpo vigoroso hacia arriba: se levanta como aquello que resiste la caída.

A la izquierda, Luz Ena Mezú, madre de María Elena González.
A la izquierda, Luz Ena Mezú, madre de María Elena González.

La mujer es María Elena González –28 años, 1,53 metros, afrodescendiente– y tiene el pelo malo. O eso dirían su abuela, algunos amigos y familiares: que el pelo bueno es liso, dócil. Y agregarían luego que es necesario mejorar la raza: casarse con un blanco, con un mestizo o con un indio. Con cualquiera que no sea un negro.

Conoce aquí toda su historia.

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