Marilyn de 31 años llegó a Colombia hace siete meses con su hijo y cada día que pasa extraña Venezuela. De repente sus ojos se llenan de agua y recuerda los días en que era maestra de educación preescolar en el Ministerio de Educación de Mérida, “allí me sentía satisfecha, hacer lo que te gusta siempre será motivo de felicidad, si bien a los cuatro días de llegar a este país conseguí un empleo el cual agradezco a Dios todos los días, los horarios de trabajo son muy pesados y las condiciones no son las mejores”.
Por su parte, Douglas quien tiene una semana de estar en Colombia, es entrenador de alto rendimiento e hijo de madre colombiana. Aunque menos temeroso de su condición migrante afirma que “a futuro espera tener un buen trabajo en Colombia, quiere ejercer profesionalmente en este país y tener las mismas condiciones que tienen los colombianos”.
Sin embargo, la salud de su hijo ha empañado sus ganas de salir adelante. Miguel*de seis años sufrió un accidente en noviembre de 2018 y la poca atención médica que ha recibido, sumada a la falta de oportunidad para acceder a un servicio de salud de calidad, dificulta la situación familiar.
“Mi hijo requiere de atención médica urgente y realmente ha sido muy difícil podérsela brindar, no solo porque no hemos podido afiliarlo al sistema de salud, sino que además su status migratorio y el no tener un permiso de permanencia dificultan aún más este proceso”.
Douglas y Marilyn han pagado servicios de salud particulares, pese a esto su hijo no ha tenido el tratamiento oportuno. “Lo que en principio requería de una atención oportuna, se fue complicando a tal punto que de seguir así puede pasar a ser grave, tener un buen servicio de salud y una vivienda digna ha sido lo más difícil de estar en Colombia, en Venezuela teníamos casa propia y eso hacía más fácil las cosas, claro está, unas cosas por otras, tienes casa propia, enseres, pero no tienes por ejemplo como llenar la despensa”, afirma la pareja venezolana.
Llegaron al CIAM por que una de las compañeras de trabajo de Marilyn le contó de la atención a migrantes que está haciendo la Alcaldía de Bogotá junto a organizaciones como Fundación PLAN, Cruz Roja, Acción contra el hambre, entre otras.
En medio de las dificultades Douglas y Marilyn se han sentido apoyados por la gente, no han sido víctimas de xenofobia y quieren hacer las cosas bien en Colombia. “Estar en familia ha sido de las cosas más valiosas, pienso en la gente que migra sola y debe ser muy duro, hubo momentos en los que me sentí solo en Venezuela, que será en un país que no conoces” dice Douglas.
“Las oportunidades hay que aprovecharlas y siempre se deben hacer las cosas bien” de esta forma Douglas y Marilyn continúan su camino, ya no recorriendo las carreteras que conducen al centro del país, si no las de su nueva vida en Colombia.