Acción Humanitaria | 26 de febrero de 2021
Llevamos dos días en el caribe colombiano, nuestra primera parada fue en la ciudad de Barranquilla, pero seguimos es nuestro recorrido con la misma misión, conocer los avances de la iniciativa que estamos ejecutando en estos territorios, la que está enfocada en capacitar a adolescentes y mujeres lideres sociales en temas de salud sexual. Estamos a 11 de febrero, el vehículo de PLAN lleva dos horas en carretera, hemos recorrido 119 kilómetros aproximadamente ¿a dónde nos dirigimos? el Coordinador del proyecto Jorge Novoa nos menciona que vamos en camino al barrio el Pozón de la ciudad de Cartagena, lugar que desconocemos. Por la ventana percibimos algunas fincas con ganado de vacas o búfalos, algo que anteriormente no era tan común, vemos de lejos el volcán del Totumo y el mar. Estamos a pocos minutos del colegio donde se está desarrollando la actividad. En la orilla de la carretera hay pequeños puestos en los que venden mangos, plátanos, bananos, sandía, entre otras frutas, pero no es lo único que evidenciamos, seguimos viendo a niñas, niños, adolescentes, mujeres u hombres caminando con maletas, niños en brazo y personas mayores, todos a un ritmo diferente. Muchas preguntas nos inquietan ¿ya habrán vivido en algún otro lugar? ¿esta es su primera o última parada? para la mayoría de ellos su futuro aún es incierto.
La mañana transcurre con prisa son las nueve, salimos de la carretera en la que evidenciamos praderas verdes y algunos pozos de agua, y se cruza en nuestro camino un cartel de bienvenida al barrio Pozón, ingresamos a las instalaciones del colegio. A pesar que hace casi un año está vacío por la pandemia, en el escritorio de Juan, el señor que cuida las instalaciones, hay una fila de cuadernos, que según menciona son del grado tercero de la materia de inglés.
Aquí conocimos a Ruth, una mujer de aproximadamente 52 años de edad, de piel trigueña, con ojos tan llamativos que sus lentes no opacan su brillo. Es madre de un joven en condición de discapacidad, y quien en el transcurso de su vida ha tenido que responder sola por su hogar. Antes de poder ser lideresa de la comunidad era una mujer muy solitaria, porque no tenia tiempo de compartir con otras personas, creía que no era útil, pero un día en una de las consultas de su hijo se dio cuenta que estos momentos los podía transformar en espacios de aprendizaje y así compartir conocimientos con otras madres o personas cuidadoras que acompañaban a terapias a sus seres queridos. Su vida cambió. Y ahora siente lo mismo con esta formación, porque como dice este espacio le ha permitido quitarse una venda de los ojos, antes creía que la sexualidad era la relación de pareja, hoy sabe que las mujeres son participes de los derechos sexuales y reproductivos, por eso pueden decir “no quiero”, “no me interesa”. Ha aprendido a valorarse, reconoce que todas las mujeres merecen respeto en todos los campos y no solo sirven para hacer las actividades de su casa, y lo más valioso es que gracias a estos conocimientos ¨no solo estoy para el servicio de mi hijo, también estoy a disposición de mi comunidad¨.
También conocimos la historia de Silvia, una mujer en condición de discapacidad que llegó a Cartagena desde el departamento de Córdoba hace 27 años y quien viene capacitándose en diferentes temas con diversas organizaciones. Antes de que iniciará la pandemia socializaba todos estos conocimientos por medio de reuniones en colegio, en el barrio o empresas, pero en esta época ha tenido que crear nuevas formas para comunicarse con su comunidad. Por eso por medio de conversaciones o grupos WhatsApp comparte esta información, con el objetivo de hacer que las mujeres dejen de pensar que están hechas para cumplirle a los hombres y sepan que toda mujer es sujeto de derechos y que pueden pedir ayuda cuando la necesiten. A pesar de su condición, es una lideresa que incentiva a las nuevas generaciones a que luchen porque lo que quieren en su vida porque como dice: ¨En esta vida todo se puede y lo digo yo que soy una persona en condición de discapacidad, quien antes tenia el concepto de que yo no podía porque tenia miedo, pero no, sí se puede, las mujeres tienen un potencial enorme y sirven para muchas cosas¨.
Una vez terminamos esa actividad, nos dirigimos a la Asentamiento Membrillal ubicado en la zona industrial de la ciudad. Este espacio lo desarrollamos en el patio de la casa de una de las participantes, junto a unequipo que se caracteriza porque sus actividades siempre las desarrollan por medio de la música, composición y baile. Gina, la profesional de PLAN, les cuenta los avances que se deben tener a la fecha en el Campus Virtual de la Universidad Antonio Nariño, plataforma en la que cada lideresa se capacita y certifica en salud sexual, socializa algunos conceptos y distribuye el equipo en grupos, que hicieron sus respectivas presentaciones usando canciones, adivinanzas y coplas. Una de las canciones con la que cerramos este espacio fue la composición del grupo musical ¨Mujeres Cantadoras de Membrillal¨ en la que en una de sus estrofas decía:
Yo decido, yo decido, yo decido con mi cuerpo (bis)
Gracias a Dios se acabó aquellos viejos tiempos cuando decidían por mí y comentaban sobre mi cuerpo, cuando decidían por mí, vulneraban mis derechos
Yo decido, yo decido, yo decido con mi cuerpo (bis)
Yo me amo tal como soy, si soy gorda o soy flaquita,
Yo gorda la verdad no soy lo que estoy es rellenita, upa
Yo decido, yo decido, yo decido con mi cuerpo (bis)
No pudimos tener mejor despedida de la ciudad amurallada, con este espacio reiteramos la importancia de hacer felices a las personas que hacen parte de estas iniciativas, porque sin importar el tiempo o las actividades que se tienen que hacer en cada encuentro dejan lo mejor de si, hacen que sus compañeras se olviden de sus problemas y se van con el deseo de transformar la vida de otras personas.