Acción Humanitaria | 04 de Noviembre de 2020
Hoy no es un día cualquiera, ni una semana común. Ana y sus vecinos en Villas del Sur reciben una visita inusual, algunos nos miran con caras de curiosidad, otras miradas son de asombro y la temperatura no baja. Muchas familias han esperado este encuentro, no es el primero, pero sí uno de los más significativos, está semana llegan los kits y deben estar preparados para eso.
La población de Villas del Sur está ubicada a las afueras de Riohacha en el departamento de La Guajira, unos cuentos kilómetros por la vía a Valledupar, su entrada no es tan visible, primero debemos cruzar una pista de patinaje incompleta, derruida y una estructura sin terminar, esta es una Villa olímpica que nunca veremos terminada es un elefante blanco que llaman y al fondo unas cuantas casitas de pequeñas dimensiones, con terminados en barro y bareque se asoman al final.
Martín a quien llamaremos así en este relato, uno de los líderes de la comunidad, nos cuenta que hace un par de años fundaron el barrio, debido a problemas de desplazamiento en su tierra natal en Cordoba lo obligaron a él y otras familias a organizarse en este terreno ya olvidado e inconcluso. Es notorio que gran parte de los servicios básicos están ausentes, no cuentan con agua potable ni acueducto, la energía solo proviene de un punto y de la voluntad de la empresa de energía que en algunos momentos falla. Sus vías son el suelo limpio no pavimentado.
“A pesar del calor, las personas se organizan para recibir su ayuda, la mayoría usa tapabocas y al que no tiene, se lo entregamos”
Ante tanta adversidad, ¿qué más podría pasar?
Nos cuenta este líder que el proceso de formalización del barrio iba por buen camino, esto les permitiría gestionar servicios públicos al municipio, haría más fácil la llegada de ayudas, permitiría que mejore la infraestructura, existirían parques para las niñas y niños, entre otras cosas, pero la pandemia frenó este proceso y como si no fuera poco, la mayoría de las personas que habitan Villas del Sur viven de la economía informal o rebusque como lo llaman. Nos cuenta Martín que casi el 70% son migrantes del hermano país, pero también viven indígenas y afrodescendientes.
Volvemos al lugar de encuentro para las entregas, la temperatura sigue igual ascendiendo a los 39 grados, la fila de personas aunque es grande, está organizada y entran y salen de manera ágil de la casa de Martín. Este es el sitio de encuentro de las personas beneficiarias, la organización de todas las familias responde a la labor de los líderes. Nos enteramos que días antes de esta visita ellos se encargaron de organizar a su comunidad, se censaron y junto a nosotros determinaron cuál iba a ser el orden de las entregas.
Acción Humanitaria de Fundación PLAN con apoyo de OIM Colombia y PRM (Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos), tenía el objetivo de ayudarles por medio de herramientas pedagógicas y productos de higiene personal a prevenir el COVID-19 y el dengue en su comunidad. Esa semana estaba destinada a entregar más de mil kits de aseo para niñas, niños y adolescentes principalmente, y se logró gracias al gran trabajo de las y los líderes comunitarios. Por encima de sus tapabocas asomaban algún tipo de sonrisa, en sus ojos podíamos ver muchas cosas, esperanza, lucha, alegría, en algunas otras confusiones, ya que no hablaban español, hay población Wayú como Ana que no saben hablar español.
Necesitaríamos más de una semana para conocer todas las historias que se tejen en Villa Del Sur. Historias como la de Ana o la de la abuela Adela quién cuenta con el conocimiento ancestral de tejer mochilas Wayú y que está acompañada de sus tres nietas quienes juguetean junto a ella, o la de la profe Maryis Epiayú quien nos cuenta que es todo un reto para ella enseñar en su comunidad en medio de la pandemia, o historias como la de Juana, una niña proveniente de Venezuela que juega todos los días junto a su casa en un pequeño pantano creado por las lluvias ocasionales que inundan algunos lugares del barrio.
Ya es el último día de entregas y nos despiden las y los líderes agradeciendo nuestra presencia y ayuda, algunos mencionando en pequeñas frases que ojalá el olvido no sea lo recurrente.