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“Amor”, culpa y chantaje: acoso a mujeres jóvenes en era de la hiperconectividad

#HablemosdeAcosoDigital | 18 de marzo de 2021

Conclusiones de la campaña #HablemosDeAcosoDigital una alianza entre Fundación PLAN y la plataforma Mutante.org

Un pantallazo de chat muestra la conversación entre dos amigos que alguna vez fueron novios: Mateo y Luisa. Mateo le pide a Luisa “la fotico que le prometió”, pero Luisa se niega y le dice que ella tiene novio y que, por favor, no le insista. Mateo responde que igual él se masturba con las fotos que ella pone en Facebook y que si no le manda el pack, va a mostrarle a Joan —el novio actual de Luisa— un pantallazo de cuando, supuestamente, ella le dijo que todavía lo amaba.

Esta conversación es ficticia. Y la simulamos para mostrársela a diez adolescentes de diferentes regiones de Colombia, con quienes nos reunimos el 21 de febrero a través de una videollamada en un espacio que hemos llamado Círculo Mutante, un momento íntimo y seguro de conversación horizontal. Ellas hacen parte del proyecto Girls Out Loud de la Fundación PLAN, creado con el objetivo de propiciar un espacio de diálogo para que las niñas y mujeres jóvenes discutan cuestiones clave de género en grupos privados de Facebook.

Después de mostrarles el chat les preguntamos qué tan frecuentes son estas situaciones en sus vidas. De las diez participantes, ocho nos dijeron que habían vivido una situación similar o conocían a alguien que la hubiera vivido.

La frecuencia de este tipo de casos también quedó demostrada en la última versión del informe “El estado mundial de las niñas” de Fundación PLAN, titulado “(In)Seguras Online”, que recogió información de más de 14.000 niñas y mujeres jóvenes entre 15 y 25 años durante 2020, a través de encuestas en 22 países y entrevistas en 16. Este informe concluyó que el 58% de ellas dijo haber sido víctima de algún tipo de acoso digital.

La definición de acoso en línea no es unívoca. Sin embargo, distintos proyectos en América Latina, que se están preguntando por los derechos digitales con enfoque de género –como HiperderechoLuchadoras y Dominemos la tecnología–, concuerdan en algo: es una forma de hostigamiento que sucede a través de medios tecnológicos para ejercer control sobre la persona que está siendo acosada.

Hacer comentarios amenazantes, presionar a alguien para obtener acceso a sus redes sociales o que envíe fotos sexuales, chantajearle con esas fotos, escribir repetidamente mensajes para perturbar la tranquilidad de una persona o suplantar su identidad, son algunos ejemplos de acoso digital que tipifican estos proyectos y sirven para facilitar la comprensión del problema.

Acoso ‘en nombre del amor’

“Estas cosas son comunes y todas conocemos a alguien que ha pasado por algo similar”, nos dijo Diana, una de estas jóvenes que vive en el departamento de Nariño. Pero, ellas mismas nos advirtieron que, a pesar de conocer las posibles consecuencias de las situaciones de acoso, hacerles frente no es fácil. Deisy, una joven de Chocó que cursa sus primeros semestres universitarios, nos explicó que “se hace más difícil denunciar cuando hay emociones de por medio. Además, si denuncias, te dicen que es normal y que no hay nada de malo porque es tu novio”.

Las dinámicas de acoso digital muchas veces suceden en el marco de relaciones sentimentales y en nombre del amor. Tanto así que la vertiente colombiana de Dominemos la tecnología —una campaña global que busca hacer un llamado “a todas las personas, sobre todo mujeres y niñas, a tomar el control de la tecnología para terminar con la violencia contra las mujeres”—, sostiene dentro de la definición de acoso digital que, si bien es una forma de ciberbullying, “es un poco diferente ya que suele suceder entre dos personas que poseen una relación romántica, para manipular y controlar con algunas acciones”.

Marcya Hernández, coordinadora de Proyectos de Apropiación TIC en Colnodo, organización que fomenta el uso estratégico del internet para el desarrollo y que opera esta campaña en Colombia, dice que muchas dinámicas de acoso están mediadas por la negociación entre quien controla y quien se deja —o no— controlar, dentro del concepto del amor romántico —un ideal de amor que refuerza los roles de género dentro de la construcción de una relación de pareja y que solo es realizable en este contexto—.

Para explicarlo, Marcya pone de ejemplo el caso hipotético de una videollamada entre una pareja de novios: “hablan por celular, con la cámara, y él le dice que la deje prendida porque ‘ella duerme muy lindo’. Nos encontramos con situaciones de este tipo en donde las chicas dicen: ‘qué lindo mi novio, le encanta verme dormir’. Pero ‘verla dormir’ esconde la intención de vigilarla. Estos elementos de control se romantizan y terminan convirtiéndose en algo muy natural. Si una niña o adolescente que está creciendo en este ambiente no tiene una alerta que le advierta que eso no es normal, no sabrá que puede rechazar estas prácticas, y que hacerlo no la hace peor novia, mujer o persona”.

Según cifras de (In)Seguras Online, del total de niñas y jóvenes que afirman haber sido acosadas en línea, el 11% dice que fue su pareja actual o anterior quien lo hizo y 21% que fue un amigo o una amiga. Este tipo de relaciones —noviazgos y amistades— tienen un impacto en cómo las niñas y jóvenes entienden la construcción de lo femenino, dice Marcya. “Entonces hacemos todo lo posible por no dañar nuestra relación sentimental. Y la ‘prueba de amor’ ya ni siquiera es que me des un beso o que tengamos un primer encuentro íntimo, sino que me des tu contraseña del celular y ya con eso me demuestras que me amas absolutamente”, concluye.

En Mutante convertimos esta situación en un chat ficticio para discutirlo con nuestra audiencia y las niñas de Girls Out Loud. En una imagen, que asemeja un pantallazo del chat, se ve la conversación entre una pareja en la que una de las personas le pide a la otra la contraseña de sus redes, con la excusa de la confianza entre novios y el beneficio de “poder compartir todo”. Luego de publicar la imagen en uno de los grupos de Facebook del proyecto, una de las participantes respondió: “a veces sin darnos cuenta cometemos el error de querer darle gusto a las personas, solo por no querer decir que no. Cuando nos enamoramos nos volvemos tan sensibles y vulnerables. Nos queremos quedar en donde no encajamos por miedo a no volver a tener alguien que nos ame de verdad”.

Un pantallazo de chat muestra la conversación entre dos amigos que alguna vez fueron novios: Mateo y Luisa. Mateo le pide a Luisa “la fotico que le prometió”, pero Luisa se niega y le dice que ella tiene novio y que, por favor, no le insista. Mateo responde que igual él se masturba con las fotos que ella pone en Facebook y que si no le manda el pack, va a mostrarle a Joan —el novio actual de Luisa— un pantallazo de cuando, supuestamente, ella le dijo que todavía lo amaba.

Esta conversación es ficticia. Y la simulamos para mostrársela a diez adolescentes de diferentes regiones de Colombia, con quienes nos reunimos el 21 de febrero a través de una videollamada en un espacio que hemos llamado Círculo Mutante, un momento íntimo y seguro de conversación horizontal. Ellas hacen parte del proyecto Girls Out Loud de la Fundación PLAN, creado con el objetivo de propiciar un espacio de diálogo para que las niñas y mujeres jóvenes discutan cuestiones clave de género en grupos privados de Facebook.

Después de mostrarles el chat les preguntamos qué tan frecuentes son estas situaciones en sus vidas. De las diez participantes, ocho nos dijeron que habían vivido una situación similar o conocían a alguien que la hubiera vivido.

La frecuencia de este tipo de casos también quedó demostrada en la última versión del informe “El estado mundial de las niñas” de Fundación PLAN, titulado “(In)Seguras Online”, que recogió información de más de 14.000 niñas y mujeres jóvenes entre 15 y 25 años durante 2020, a través de encuestas en 22 países y entrevistas en 16. Este informe concluyó que el 58% de ellas dijo haber sido víctima de algún tipo de acoso digital.

La definición de acoso en línea no es unívoca. Sin embargo, distintos proyectos en América Latina, que se están preguntando por los derechos digitales con enfoque de género –como HiperderechoLuchadoras y Dominemos la tecnología–, concuerdan en algo: es una forma de hostigamiento que sucede a través de medios tecnológicos para ejercer control sobre la persona que está siendo acosada.

Hacer comentarios amenazantes, presionar a alguien para obtener acceso a sus redes sociales o que envíe fotos sexuales, chantajearle con esas fotos, escribir repetidamente mensajes para perturbar la tranquilidad de una persona o suplantar su identidad, son algunos ejemplos de acoso digital que tipifican estos proyectos y sirven para facilitar la comprensión del problema.

Acoso ‘en nombre del amor’

“Estas cosas son comunes y todas conocemos a alguien que ha pasado por algo similar”, nos dijo Diana, una de estas jóvenes que vive en el departamento de Nariño. Pero, ellas mismas nos advirtieron que, a pesar de conocer las posibles consecuencias de las situaciones de acoso, hacerles frente no es fácil. Deisy, una joven de Chocó que cursa sus primeros semestres universitarios, nos explicó que “se hace más difícil denunciar cuando hay emociones de por medio. Además, si denuncias, te dicen que es normal y que no hay nada de malo porque es tu novio”.

Las dinámicas de acoso digital muchas veces suceden en el marco de relaciones sentimentales y en nombre del amor. Tanto así que la vertiente colombiana de Dominemos la tecnología —una campaña global que busca hacer un llamado “a todas las personas, sobre todo mujeres y niñas, a tomar el control de la tecnología para terminar con la violencia contra las mujeres”—, sostiene dentro de la definición de acoso digital que, si bien es una forma de ciberbullying, “es un poco diferente ya que suele suceder entre dos personas que poseen una relación romántica, para manipular y controlar con algunas acciones”.

Marcya Hernández, coordinadora de Proyectos de Apropiación TIC en Colnodo, organización que fomenta el uso estratégico del internet para el desarrollo y que opera esta campaña en Colombia, dice que muchas dinámicas de acoso están mediadas por la negociación entre quien controla y quien se deja —o no— controlar, dentro del concepto del amor romántico —un ideal de amor que refuerza los roles de género dentro de la construcción de una relación de pareja y que solo es realizable en este contexto—.

Para explicarlo, Marcya pone de ejemplo el caso hipotético de una videollamada entre una pareja de novios: “hablan por celular, con la cámara, y él le dice que la deje prendida porque ‘ella duerme muy lindo’. Nos encontramos con situaciones de este tipo en donde las chicas dicen: ‘qué lindo mi novio, le encanta verme dormir’. Pero ‘verla dormir’ esconde la intención de vigilarla. Estos elementos de control se romantizan y terminan convirtiéndose en algo muy natural. Si una niña o adolescente que está creciendo en este ambiente no tiene una alerta que le advierta que eso no es normal, no sabrá que puede rechazar estas prácticas, y que hacerlo no la hace peor novia, mujer o persona”.

Según cifras de (In)Seguras Online, del total de niñas y jóvenes que afirman haber sido acosadas en línea, el 11% dice que fue su pareja actual o anterior quien lo hizo y 21% que fue un amigo o una amiga. Este tipo de relaciones —noviazgos y amistades— tienen un impacto en cómo las niñas y jóvenes entienden la construcción de lo femenino, dice Marcya. “Entonces hacemos todo lo posible por no dañar nuestra relación sentimental. Y la ‘prueba de amor’ ya ni siquiera es que me des un beso o que tengamos un primer encuentro íntimo, sino que me des tu contraseña del celular y ya con eso me demuestras que me amas absolutamente”, concluye.

En Mutante convertimos esta situación en un chat ficticio para discutirlo con nuestra audiencia y las niñas de Girls Out Loud. En una imagen, que asemeja un pantallazo del chat, se ve la conversación entre una pareja en la que una de las personas le pide a la otra la contraseña de sus redes, con la excusa de la confianza entre novios y el beneficio de “poder compartir todo”. Luego de publicar la imagen en uno de los grupos de Facebook del proyecto, una de las participantes respondió: “a veces sin darnos cuenta cometemos el error de querer darle gusto a las personas, solo por no querer decir que no. Cuando nos enamoramos nos volvemos tan sensibles y vulnerables. Nos queremos quedar en donde no encajamos por miedo a no volver a tener alguien que nos ame de verdad”.

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